«Ama el arte. De todas las mentiras es la menos falaz»

Gustave Flaubert


viernes, 21 de enero de 2011

Dos genios se confiesan en palacio

'Velázquez y Rubens. Conversación en El Escorial' (Turner)

A finales de 1628, Pedro Pablo Rubens llega a Madrid con funciones diplomáticas. Después de visitar Londres y París, los virreyes de Flandes le envían a Madrid con el fin de convencer a Felipe IV y a su valido, el conde duque de Olivares, para que se decidan a promover la paz definitiva en Europa.

Rubens alarga su estancia en Madrid durante nueve meses. Ya era el pintor más afamado de Europa y, por supuesto, el preferido de Felipe IV, a pesar de que Diego Velázquez fuese su pintor de cámara desde 1923. Expertos coinciden en que en esos meses que Rubens pasó en España (no sólo entrevistándose con el rey, sino también copiando a Tiziano o mejorando alguno de los cuadros que había realizado para la colección real, como La adoración de los Magos) es muy posible que conociese a Velázquez e, incluso, que compartieran taller. Entre ellos surgió una enorme fascinación que daría lugar, probablemente, a charlas más íntimas acerca de la pintura, la función del artista y, por supuesto, la Corte española.

El diplomático Santiago Miralles Huete recrea lo que pudo ser un encuentro entre los dos pintores en Velázquez y Rubens. Conversación en El Escorial (Turner), un híbrido, escrito a modo a base de diálogos, que imagina la relación de los dos genios situándoles en un atardecer de marzo de 1629. En esa estancia tenue, presidida por una garrafa de vino de Ocaña, se crea la atmósfera necesaria para que expongan su manera de concebir la pintura y el arte, su opinión sobre el rey, y se confiesen su admiración mutua. Todo ello marcado por la gran personalidad de ambos, lo que hace que no falten los momentos de tensión y desconcierto.

Velázquez y Rubens. Conversación en El Escorial es un libro entretenido y fácil de leer que da la posibilidad de conocer un poco más acerca de la obra de estos dos de los exponentes de la Historia del Arte español así cómo los entresijos que por aquella época surgían en la corte de Felipe IV. Un reinado que estuvo marcado por el surgimiento de grandes personajes que enriquecieron la cultura (Quevedo, Góngora, Lope…) y por la débil situación que pasaba el Imperio de los Austrias en Europa. Guerras que marcarían el arte, y arte que marcaría la Historia.

martes, 18 de enero de 2011

Un libro para tipos duros

'Tigre Manjatan' (Algaida)

Supongo que debería evitar decir que aprecio a Javier Puebla. Que es un amigo. Sin embargo, tampoco puedo evitar presumir de tener amigos como él. Talentosos y creativos, como hace algunos años eran todos los escritores. Pero en el siglo XXI, en plena era de la abundancia y del pecado por exceso, encontrar a un tipo (amigo o no) que consiga crear una novela negra sin caer en tópicos es para quitarse el sombrero. Tigre Manjatan (Algaida) es precisa y simplemente eso: novela negra, sin tópicos. Salvo los típicos de la escritura de Puebla o de alguno de sus yos alternativos. Alberto Delgado, Federic Truman o Federico Sueño. Todos ellos también con talento.

Tigre Manjatan es un libro para tipos duros. Boxeadores, drogas, putas, puteros, polis corruptos y periodistas con la pretensión de convertirse en escritores. La vida misma metida en páginas. Una vida estoica como el bourbon al que es tan aficionado el protagonista, Arturo Briz. Alias El Tigre. Sigiloso, prudente y parco en palabras, como buen felino. La jungla del Madrid más pervertido (que recorre subido a un Chevrolet Corvette del 63) que le ha enseñado a atacar para sobrevivir.

La historia comienza con el asesinato de una prostituta. Apuñalamiento. Diecisiete veces. Apuñalamiento y ensañamiento. Emilia Gómez, para ellos Natalia, es encontrada en las proximidades de la Casa de Campo. Una historia sin importancia, habitual entre proxenetas, meretrices y camellos que a un reputado periodista de sucesos como Arturo Briz no debería de afectarle lo más mínimo de no ser porque consideraba a la muerta su amiga. ¿O su hermana? Eso le hace querer llegar hasta el final, a querer averiguar el nombre de su verdadero asesino y hacer justicia. Hacer justicia o conocer la verdad, ni él mismo lo sabe.

Javier Puebla tiene todos los hilos atados. Él es El Tigre. Se siente el protagonista de su obra y eso se nota. Con eso consigue que la historia sea real. Una historia que no termina al acabar la última página porque quedan ganas de seguir tras el punto y final. Pero conozco a Puebla, y sé que disfruta dejando que sea el lector el que convierta el punto y final en punto y seguido. Pero, antes de seguir, hay que echarse un trago. A la salud de Arturo Briz. Tigre Manjatan. Un gran tipo.

sábado, 15 de enero de 2011

La cara B de Hollywood

'Abluciones' (Libros del Silencio)

Abluciones (Libros del Silencio), opera prima del canadiense Patrick de Witt, ha sido recibida por la crítica con los brazos abiertos. No sólo por el talento innato de su autor, sino por la falta de presuntuosidad que bien puede recordar al mismísimo Bukowski.

De Witt traslada al lector a Hollywood. A un bar de Hollywood. Un decadente y lúgubre bar donde se encuentran, cada noche, todos los juguetes rotos de la Meca del Cine. Tras la barra, un camarero les observa y apunta en su cuaderno todos los movimientos de su clientela, con la intención de escribir un libro. Sin embargo, su propia vida también quedará plasmada ya que ni él mismo es capaz de librarse del ritmo ni de los excesos de la ciudad.

El ritmo es asombroso. El canadiense parece tener un don natural para imponerse en las distancias cortas, como si (al menos, literariamente) tuviera cómo máxima el “menos es más”. Quizá por eso, los fracasos ni los fracasados no resulten tan lastimeros, y el aura que envuelve la novela tenga un toque de optimismo. Esta dosis de positividad es posible que sea el toque distintivo de la prosa de De Witt respecto a las demás novelas del género.

La vitalidad de la escritura contrasta con el proceso de decadencia del protagonista. Abluciones está dividido en tres partes, que corresponde con los tres estados por los que pasa el personaje, que pierde las riendas de su existencia a causa de las borracheras diarias, las resacas matutinas y la claustrofobia propia de una vida marcada por la adicción y el fracaso. Sin embargo, su autor se guarda un as en la manga. En este libro, ni lo malo es tan malo ni lo bueno es lo mejor. Esta premisa es algo que los lectores no tardarán en descubrir, de la misma manera que ya lo hicieron escritores como Dennis Cooper o Tony O’Neill. Este último, definió la primera novela de Patrick de Witt como “Un debut magistral y un clásico instantáneo de la literatura alcohólica”.

viernes, 14 de enero de 2011

Una historia virtual

'Contra el viento del norte' (Alfaguara)

Se supone que es amoral e ilícito leer correspondencia ajena. A nadie nos gustaría que un millón de personas se enterasen del contenido de los e-mails que intercambiamos con un “confesor” virtual, una persona a la que no conocemos y que entra en nuestra vida de manera casual. El correo electrónico es lo único que une a Leo Leike y Emmi Rothner, únicos protagonistas de Contra el viento del norte (Alfaguara), del periodista austriaco Daniel Glattauer.

Hace apenas tres lustros, las relaciones virtuales no eran más que la ensoñación de unos cuantos visionarios que creían en la autocracia de las TIC. Sin embargo, la popularización de Internet no sólo ha provocado la expansión y apertura del conocimiento del hombre sino, también, un cambio en las relaciones humanas que ahora se gestionan y desarrollan en el ciberespacio. Los chats son las nuevas discotecas, las redes sociales una fiesta entre amigos y con amigos de amigos y la mensajería instantánea, por ejemplo, una primera cita. Por ello es necesario preguntarse cuántas emociones son capaces de crearse entre dos personas cuyas vidas están filtradas por dos pantallas de ordenador.

El secreto, supongo, está en dejarse llevar. Esto es lo que hacen Emmi y Leo, una pareja que jamás se ha visto pero que, sin embargo, se intercambian decenas de correos a lo largo del día hasta el punto de convertirse en dependientes de su bandeja de entrada. Ella para evadirse de su vida cotidiana, y él para superar un desengaño amoroso. Poco a poco surge entre ellos “algo más”; algo que ni ellos mismos saben lo que es basado en las palabras.

Por la forma de escribir intentan ponerse cara, imaginarse más allá del teclado y los límites de la realidad y la fantasía. Dejan que afloren sus “yos” más reales en una relación que, también, es cada vez más real. Porque más allá de la fantasía, de la idealización del interlocutor a través del filtro de la propia imaginación y de la frialdad del escenario, entre Emmi y Leo nacerán sentimientos inexplicables que les llevarán a plantearse los pilares de sus vidas. De sus vidas reales.

Glattauer recupera el género epistolar para narrar esta historia sencilla, ágil, dinámica y, actual a la que, como buen best seller, no cuesta engancharse. Sin embargo, a pesar de cumplir a la perfección su cometido, Contra el viento del norte deja un buen sabor de boca porque, como califica la revista alemana Der Spiegel, quizá sea “uno de los diálogos amorosos más inteligentes y encantadores de la literatura del siglo XXI”.