«Ama el arte. De todas las mentiras es la menos falaz»

Gustave Flaubert


martes, 28 de diciembre de 2010

Delicatessen Literaria

'El libro blanco' (Cabaret Voltaire)

Los catalanes Cabaret Voltaire han publicado una edición de El libro blanco, de Jean Cocteau, que más que un libro es, casi casi, un objeto de coleccionista ya que es una nueva traducción completa (con texto, dibujos, notas y un estudio de Montserrat Morales Peco) de esta obra autobiográfica que saldría publicada, por primera vez, en 1929 y que Cocteau no quiso firmar.

La vida del poeta francés está cargada de misterios, que bien podría haber inspirado una película: su no declarada (pero conocida) homosexualidad, su adicción al opio, su lucha contra la homofobia, la relación con su madre (hiperprotectora),… Cocteau tuvo que aprehender a camuflar todas estas variables para sobrevivir en la burguesía parisina de principios del XIX. Porque, a pesar de que toda su obra esté cargada de ese toque maldito, Cocteau se rodeaba de aristócratas, académicos y políticos que, a pesar de todo, fueron capaces de darse cuenta de que, tras un físico cargado de atractivo y marcado por los buenos modales, se escondía uno de los grandes intelectuales de Europa.

Quizá su vida social fue la que le llevó a no querer firmar, desde un primer momento, El libro blanco. Este está repleta de recuerdos de infancia, de aclaraciones sobre su adolescencia, de confesiones sobre la sexualidad y de insinuaciones eróticas. Una obra que habría estado fuera de lugar entre la clase alta francesa de hace ochenta o noventa años. Pero, sin embargo, poco a poco Cocteau se fue revelando, como un impulso por alzar la voz y decir “este soy yo” (y así tenéis que quererme), y en 1930 acepta ilustrar una segunda edición. No fue hasta 1957, cuando llega la edición inglesa, cuando en el prólogo, el francés aceptara la autoría de El libro blanco, pero siempre sin zanjar el misterio de manera inequívoca.

El libro blanco es una introducción a Cocteau, que se caracteriza por ser “muy Cocteau”: sensualidad, desnudos, marineros desnudos,…, y un sinfín de guiños snob que Cabaret Voltaire ha mimado y destacado en esta edición exquisita. Una delicatessen.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Mi experiencia literaria

Montmartre


Por María López.

Fue el 10 de diciembre de este mismo año cuando Silvia me pidió que escribiese una entrada para su blog. Ese día, Vargas Llosa recibió el Premio Nobel de Literatura en Estocolmo, lo que suponía que había encontrado un buen tema sobre el que hablar. Rescaté de la estantería Entre Sartre y Camus que Silvia me regaló un mes antes de que viajásemos a París. Hacía tiempo, mucho tiempo, que nos conocíamos y nuestra relación siempre estuvo adornada por ese aura literaria de la que a veces, ambas, nos avergonzábamos. Fue precisamente eso lo que nos llevó a gastarnos todos nuestros ahorros en aquella estancia con la que soñábamos desde pequeñas. Ella influenciada por Beauvoir y Kundera, y yo por Stein y Heminway.

En París, alquilamos un apartamento en la rue Bachelet de Montmartre, tomábamos café en Francis Labutte, en la rue Caulaincourt, y nos sentábamos en los escalones del Sacre Coeur a escuchar el arco. Sí: toda nuestra aventura parisina estuvo cargada de tópicos, pero fue porque éramos nosotras mismas las que los buscábamos. Incluso abrazamos la rutina de dormir de día y vivir de noche, de apuntarnos a un Ciné-club y de saltar a la orilla izquierda del Sena a leer en Les Deux Magots o en la closerie des Lilas, a pesar de que el precio de la copa de vino nos hiciera tener que renunciar a cenar esa noche.

Devorábamos libros. Leíamos entre una y dos novelas al día, lo que nos hacía seguir soñando con que algún día nosotras seríamos las que firmaríamos alguna gran obra. Recuerdo que Silvia se podía pasar días encerrada, negándose a salir hasta que no terminase el Ulyses de Joyce o L’Exil et le Royaume de Camus. Además, con el paso de las semanas, había adquirido ese toque parisino tan característico, que sólo los que algún día elucubramos con ser escritores en París somos capaces de identificar.

En su discurso, Vargas Llosa se acordó de sus años en la Ciudad de la Luz. Yo me acuerdo todos los días de aquel periodo, de cómo nos resistimos a volver hasta que el regreso se convirtió en algo inevitable. Cuando Silvia y yo hablamos, siempre sacamos a relucir aquellos días y ella termina zanjando la conversación con un “somos unas románticas”. Me gusta escuchar esa frase, sobre todo porque algunas veces se le escapa en francés.

Por todo esto (y por mucho más), cuando me pidió que escribiese algo sobre literatura yo he decidido escribir sobre una experiencia de vida literaria, que en este caso es la nuestra y la de muchos otros. Y concluyo con una cita de Hemingway, que fue mi vehículo hasta allí: “Si tienes la suerte de haber vivido en París cuando joven, luego París te acompañará, vayas adonde vayas, todo el resto de tu vida, ya que París es una fiesta que nos sigue”. Espero que Vargas Llosa no me lo tenga en cuenta.

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Cosas de calle

Charles Bukowski


Heinrich Charles Bukowski Junior es un escritor y poeta estadounidense de origen alemán. Nace el 16 de agosto de 1920 en Andernach, en Alemania. De niño, se traslada con su familia a Los Ángeles, en Estados Unidos. La suya, es una infancia tormentosa. Su padre es un hombre es un hombre violento y Charles, desde muy joven, encuentra refugio en la escritura y en el alcohol. A los veinte años abandona la casa paterna y se convierte envagabundo: noches en el parque, trabajos esporádicos,…

Al mismo tiempo se dedica a la escritura y envía las propias obras a periódicos literarios. A los 24 años publica su primera novela, Aftermath of a Lengthy Rejection Slip (Nórdica). En los años cincuenta, comienza a escribir poesía. Los temas principales de sus obras son el sexo, el alcohol, las carreras de caballos, la marginalidad,…, su propia existencia callejera. Al inicio de los años sesenta, comienza a trabajar para la Oficina de Correos de Los Ángeles. En 1966, llega un golpe de suerte: Bukowski encuentra a John Martin, administrador de una empresa de papelería que se ofrece a publicar sus poesías en los boletines. El éxito está a punto de llegarle.

Martin funda una casa editorial. En 1968 publica los relatos de Bukowski bajo el título Poesías. La obra encuentra el favor del público: Bukowski deja el trabajo en la Ofina de Correos y se convierte en escritor a jornada completa. Sin embargo, no renuncia a sus excesos: por el día se emborracha en el bar y por la noche, escribe sin pausa. En este periodo, colabora con la revista Open City, con la cual firmará la sección Escritos de un viejo indecente, que vendrán recopilados y publicados en 1969.

En 1971 sale la novela que lo hará célebre, Cartero, que narra la historia de sus años en el Oficio Postal contada con sarcasmo y de manera grotesca. También, en los años setenta, publica la recopilación de poesía y cuentos Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones y El amor es un perro infernal. En ambas obras, Bukowski narra la realidad que mejor conoce: la de los vagabundos, la de las prostitutas, la de los alcohólicos. En 1978 publica Mujeres, novela en la que habla de su propia experiencia después de años de abstinencia sexual.

En los ochenta, hace una incursión en el cine y escribe el guión, claramente autobiográfico, de la película Barfly. En 1994, se publica su última novela: Pulp. Aquí, el escritor se divierte alterando el género renoir y a ridiculizar los códigos de la narrativa tradicional. Es considerado su testamento literario.

Charles Bukowski muere el 9 de marzo de 1994 en San Pedro (California). Por su vida disoluta y desprecio por la sociedad contemporánea, es considerado el último de los poetas malditos.


Charles Bukowsky from Sara Taigher on Vimeo.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Los dueños del mando

'Homo Videns' (Taurus)

El hombre no es más que una marioneta en tiempos de dictadura visual. En torno a esta idea gira Homo Videns: La sociedad teledirigida (Taurus) de Giovanni Sartori, cuya lectura considero completamente necesaria para entender, más allá de la filosofía de bar, cómo la televisión nos hace más tontos.

Desde que la “caja tonta” se popularizase y ocupase un lugar privilegiado en la vida de los humanos, el esfuerzo para volvernos seres “inteligentes” ha mutado en la necesidad para ser seres “informados”. Esto no capacita para sobrevivir en la sociedad del hágalo usted mismo (siguiendo a Ulrich Beck) ya que, por mera natura, la televisión mimetiza la realidad por varias razones. La primera, porque si no hay imágenes no hay noticia y esto, como muy bien explica Sartori, es algo peligroso. El ejemplo que él utiliza es que, normalmente, el espectador tiene la posibilidad de observar las consecuencias de un crimen pero, sin embargo, rara vez se aporta la versión del asesino lo que anula el concepto de imparcialidad necesario para la generación de conocimiento. Por otro lado, el medio también promueve, de manera automática, la subinformación y la desinformación, que se traduce en “medio verdades” y “medio mentiras”. Un ejemplo de ello podrían ser los sondeos y las entrevistas casuales, cuyos resultados dependen del entrevistado y no del entrevistador.

Homo videns es, por tanto, un manual de periodismo y de buena praxis para el espectador, donde se dan los motivos por los cuáles es mejor dudar que asentir como simples robots controlados y programados para pensar tal y cómo quieren que pensemos los poderosos. Porque aunque los medios de comunicación se declaren como simples meros intermediarios entre los gobernantes y los gobernados, tras ellos se esconde la mano de los que ansían conseguir votos.

Sartori dice que “en televisión las mentiras se venden mejor”, augurando una consecuencia a la que yo también me uno: si perdemos la capacidad de abstracción, perderemos también la capacidad de distinguir entre lo verdadero y lo falso. ¿Qué nos quedará entonces?

jueves, 16 de diciembre de 2010

Una de policías (¿corruptos?)

'Sospecha' (Destino)

José Ángel Mañas sigue siendo Mañas. No hay sospechas, a pesar de que su última novela se llame precisamente así, Sospecha (Destino). Desde la primera página, el lector se encontrará con su estilo inconfundible, con su “realismo sucio” que, en esta ocasión, conduce los inspectores Pacheco y Duarte (protagonistas de otras novelas) hasta Navalcarnero, un pueblo al sur de Madrid, donde tendrán que investigar la violación y el asesinato de una joven farmacéutica. Sin embargo, las cosas se tuercen cuando uno de ellos se convierte en el principal sospechoso del crimen.

Como es habitual, el escritor utiliza el telón del Madrid más callejero, consiguiendo crear una atmósfera que huele a cerveza y a orín, a pesar de que Sospecha, su décima obra, sea una novela policíaca que gira en torno a un concepto bastante profundo: la confianza. ¿Cuánto cuesta ganarla y cuánto se puede tardar en perder?

El mismo Mañas confesó que se inspiró en el caso de Bill Clinton y Monica Lewinsky ya que el ex presidente “mintió a todos los que le podían ayudar”. Porque para el autor, como para la mayoría de los humanos con cierto sentido común, en torno a la confianza hay una variable inamovible: la sinceridad. Y eso, como el mismo Mañas afirma, es necesario en estos tiempos de crisis, ya que la ausencia de esta en muchas capas sociales ha contribuido a acentuarlo. Por lo tanto, la receta ante la crisis es muy sencilla: confianza y, de rebote, sinceridad.

Sospecha despertará de nuevo el interés de todos los aficionados al arte callejero y, hasta cierto punto, decadente. La obra de Mañas es como un garito ochenteno en Malasaña que, a pesar del paso de los años y de ir adquiriendo un toque kitsch, va sobreviviendo y tratando, cada vez mejor, a sus clientes más fieles. Esta última novela es, sin duda, Mañas en estado puro.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Lean a Borges

Jorge Luis Borges

Por Álvaro Vázquez

Hace algunos meses, en una presentación de no sé qué libro y de no sé qué colega editor, coincidí con un tío que iba de escritor. Creo que lleva ganados algunos concursos de relatos y que anda metido en todos los fregaos editoriales, en el sentido estricto de espectáculo, esto es, presentaciones, cócteles y demás fuegos artificiales.

Tomábamos un vino y hablábamos de literatura. El error de los escritores modernos (de los escritores que van de modernos, de la gente que va de moderna), fundamentalmente, aparte de hacer mucho el tonto, consiste en despreciar a los grandes escritores desenmascarando, así, su tremenda ignorancia y su desconocimiento absoluto de la tradición literaria elemental. Si los que me leen, que serán pocos, no han deducido aún, gracias al titular de este articulito, a qué me refiero, seré explícito. Tuve que escuchar lo siguiente de este nuestro autor moderno: «No me gusta Borges».

Desde luego, no fue capaz de esgrimir ni medio argumento para sostener tal afirmación. Afirmación, por otro lado, extremadamente grave, pues, que yo sepa, Borges está considerado (no sólo por mí, que nadie soy); sino por medio universo, probablemente, el mejor escritor en español que parió el siglo XX. Cuando un puto moderno dice estas gilipolleces, me dan ganas de prohibirle publicar sus gazmoñerías literarias por los siglos de los siglos, amén.

He aquí la esencia de la literatura moderna: el desprecio del genio creador y, por supuesto, también el desprecio hacia el lector. Porque, digo yo, si no te gusta Borges… ¿Quién carajo te gusta? ¿De qué coño vas a escribir? ¿Quién va a ser tu modelo? Si no es Cervantes, Proust, Kafka, Joyce o Dante el camino, ¿quién lo es? ¿Belén Esteban? (ésta última diría lo mismo: «No me gusta Borges, mazo complicado», aplausos).

No sé dónde he leído, hace poco, que leer sólo a los clásicos es un estereotipo. Bien, hablar de estereotipos para reflexionar sobre estereotipos y concluir con la estereotípica opinión de que los estereotipos son muy malos es, en sí mismo, un estereotipo. Así es que no me jodan. Es objetivamente mejor perder el tiempo leyendo media página de Faulkner que las obras completas de la generación Nocilla (la estética de la fragmentación tiene más años que la tos, por cierto).

Así es que los invito: lean a Borges. Disfruten de su inteligencia y de su brillantez y, sobre todo, de una poética que, si bien corrigió y modificó con los años, siempre fue un ejemplo de coherencia y solidez, cosa importantísima en literatura, tal vez, la más. Sin poética, no hay texto firme que soporte el paso del tiempo; sin poética no puede existir coherencia narrativa: no basta con escribir, hay que construir. Que alguien explique al moderno del garito que para modernizar o romper con una tradición hay que conocerla (y comprenderla), y que para tener gusto has de sentir devoción por Borges, el resto son prendas de mercadillo.

Conferência sobre a cegueira - Jorge Luis Borges from blookslivraria on Vimeo.

El inicio del despegue

'Lua Chea' (Hazmilagros)

Los más dogmáticos en esto de la crítica literaria son de la idea de que jamás se debe hablar de un libro firmado por un amigo. Los motivos son dos: el primero, porque si le haces una mala crítica te borrará de su lista de invitados para la cena de Año Nuevo y, segundo, porque se corre el riesgo que el lector descubra el vínculo y no se crea lo que le estás diciendo. A pesar de que yo nunca he sido amante de los dogmas, aquí me sitúo cerca de su teoría aunque, en esta ocasión, estoy dispuesta a incumplir las reglas y recomendar la lectura de Lua Chea (Hazmilagros) de mi compañera Amparo Baliño.

La autora cuenta la historia de Luna, un personaje que crece de la mano del lector. Desde su infancia, como bicho semiraro de una familia numerosa, hasta la madurez, convertida en detective de éxito. Baliño va pintando un personaje a través de treinta y tres capítulos, que pueden consumirse de manera independiente como cuentos, lo que facilita aún más la degustación de cada uno de ellos convirtiendo Lua Chea en una interesantísima opera prima.

Pero el secreto de este libro no es mérito, únicamente, de Ámparo Baliño sino, también, de su propia protagonista la que, a lo largo de las páginas, toma vida propia y es como si ella misma estuviese contando la historia de su vida al oído. Supongo que esto es la magia de la literatura.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Cuándo somos jóvenes

'Agosto, octubre' (Anagrama)

Treinta y cinco años. Bueno, casi. En realidad todavía no los ha cumplido. Pero Andrés Barba no ha necesitado más tiempo para convertirse en un gran escritor, quizá uno de los más grandes de la literatura española contemporánea. La hermana de Katia y Las maños pequeñas son imprescindibles, consiguiendo que la crítica, entre los que estaba el mismísimo Vargas Llosa, se rindiese ante él.

Barba ha vuelto recientemente con Agosto, Octubre (Anagrama), una novela que se desarrolla en un escenario tan complicado como es la adolescencia y la psicología de los adolescentes. Paradigma de buen libro, de control absoluto sobre lo que quiere decir y lo que está diciendo, Andrés Barba vuelve a demostrar que merece la pena seguir leyendo.

La historia gira, de manera dinámica y ágil, en torno a Tomás, que conduce al lector por un verano en el que se topa de bruces con el paso de la adolescencia a la juventud. Son muchas cosas las que marcarán la transformación de este chico, que sólo será capaz de asumir el cambio una vez entrado el otoño, una vez que ha regresado a Madrid.

Andrés Barba acostumbra a que nada pase por casualidad y, como era de esperar, en Agosto, Octubre todo está planificado de antemano. Por eso, amén de la calidad literaria, la historia no requiere esfuerzos sobrehumanos de lectura para acceder a la aventura del protagonista, perfectamente reconocible e identificable, que podría ser cualquiera de los jóvenes que nos rodean. Barba es experto en crear personajes redondos y, en este caso, ha vuelto a conseguirlo.

martes, 7 de diciembre de 2010

Trasladarse a Praga

'El espíritu de Praga' (Acantilado)


Supongo que no es fácil ser Ivan Klíma, y sobrevivir a Hitler y a Stalin sin salir de la República Checa. Debe ser muy complicado asimilar las mutaciones que sufrió Praga al tener que amoldarse a las pretensiones de dictadores tan diferentes. Y Klíma también debió adaptarse. Tanto es así que, durante mucho tiempo, fue un escritor clandestino, y fingió que se ganaba la vida de manera "honrada" conduciendo ambulancias. Esto pone de manifiesto como los políticos totalitarios controlan el pensamiento para controlar a las masas ya que, como el mismo Klíma afirma: “La traición de la clase intelectual es el camino hacia la barbarización de todo”.

Pero él nunca ha sido un intelectual vendido y, ahora, sus ensayos y artículos en torno a la realidad de ese trozo de Europa se recogen en El espíritu de Praga (Acantilado), un libro imprescindible para aquellos que aún creen en el periodismo de calidad.

A través de veinticinco capítulos independientes, se recorre la Historia de un país que, en multitud de ocasiones, ha pasado desapercibido. Una cultura manchada por los millones de turistas que ponen en la cuerda floja la identidad cultural de los autóctonos.

Escritos, todos ellos, con alma nostálgica, Klíma desnuda las entrañas de la ocupación nazi, del comunismo soviético, del fracaso de la Primavera de Praga, del violento capitalismo,…, con un tono crítico pero no acusador, en el que cuesta encontrar culpables. La única posibilidad que Klíma ofrece a los verdugos es acercarlos a los espíritus que merodean por los últimos cien años de la capital checa. Espíritus injustos y crueles algunos pero, en cualquier caso, intrigantes.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Ríete con los vampiros

'¡Chúpate esa!' (La Factoría de ideas)


Por Javier Marjalizo


Estamos tan acostumbrados actualmente a asociar las historias de vampiros a dramas juveniles románticos (saga Crepúsculo, True Blood) o historias algo sangrientas (30 días de oscuridad, Day Breakers) que es difícil encontrar algo diferente y nuevo pero precisamente el nuevo libro de Christopher Moore publicado en España tiene eso. Sólo hay que leer la primera frase del libro para saber que es así: «¡Me has matado, zorra! ¡Serás mamona!»

Y es que ¡Chúpate esa! (La Factoría de ideas) es una nueva forma de ver las historias de vampiros, todo con el toque ácido habitual de Christopher Moore, autor de El ángel más tonto del mundo, y Un trabajo muy sucio. En este libro conoceremos la romántica historia de dos vampiros recientes y el descubrimiento de sus nuevas capacidades en medio de una lucha con sus antiguos amigos que quieren darles caza en medio de la ciudad de San Francisco. Vamos a descubrir que no es tan agradable un simple rayo de sol o que cuando llega el amanecer un vampiro se desploma esté donde esté y no despierta hasta que anochece. Por suerte nuestros dos vampiros protagonistas contarán con la ayuda de una adolescente “esbirra” siniestra que los cuidará y de cuyos diarios aprenderemos más aún de la vida de los vampiros y los siervos. Sin duda alguna una novela divertidísima que nos da una visión diferente de los vampiros y que nos arrancará algunas risas.