«Ama el arte. De todas las mentiras es la menos falaz»

Gustave Flaubert


martes, 18 de enero de 2011

Un libro para tipos duros

'Tigre Manjatan' (Algaida)

Supongo que debería evitar decir que aprecio a Javier Puebla. Que es un amigo. Sin embargo, tampoco puedo evitar presumir de tener amigos como él. Talentosos y creativos, como hace algunos años eran todos los escritores. Pero en el siglo XXI, en plena era de la abundancia y del pecado por exceso, encontrar a un tipo (amigo o no) que consiga crear una novela negra sin caer en tópicos es para quitarse el sombrero. Tigre Manjatan (Algaida) es precisa y simplemente eso: novela negra, sin tópicos. Salvo los típicos de la escritura de Puebla o de alguno de sus yos alternativos. Alberto Delgado, Federic Truman o Federico Sueño. Todos ellos también con talento.

Tigre Manjatan es un libro para tipos duros. Boxeadores, drogas, putas, puteros, polis corruptos y periodistas con la pretensión de convertirse en escritores. La vida misma metida en páginas. Una vida estoica como el bourbon al que es tan aficionado el protagonista, Arturo Briz. Alias El Tigre. Sigiloso, prudente y parco en palabras, como buen felino. La jungla del Madrid más pervertido (que recorre subido a un Chevrolet Corvette del 63) que le ha enseñado a atacar para sobrevivir.

La historia comienza con el asesinato de una prostituta. Apuñalamiento. Diecisiete veces. Apuñalamiento y ensañamiento. Emilia Gómez, para ellos Natalia, es encontrada en las proximidades de la Casa de Campo. Una historia sin importancia, habitual entre proxenetas, meretrices y camellos que a un reputado periodista de sucesos como Arturo Briz no debería de afectarle lo más mínimo de no ser porque consideraba a la muerta su amiga. ¿O su hermana? Eso le hace querer llegar hasta el final, a querer averiguar el nombre de su verdadero asesino y hacer justicia. Hacer justicia o conocer la verdad, ni él mismo lo sabe.

Javier Puebla tiene todos los hilos atados. Él es El Tigre. Se siente el protagonista de su obra y eso se nota. Con eso consigue que la historia sea real. Una historia que no termina al acabar la última página porque quedan ganas de seguir tras el punto y final. Pero conozco a Puebla, y sé que disfruta dejando que sea el lector el que convierta el punto y final en punto y seguido. Pero, antes de seguir, hay que echarse un trago. A la salud de Arturo Briz. Tigre Manjatan. Un gran tipo.

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