«Ama el arte. De todas las mentiras es la menos falaz»

Gustave Flaubert


lunes, 21 de febrero de 2011

To be or Not To Be




No me considero una bloguera y, ni mucho menos, una avezada crítica literaria. En realidad lo único que pretendo es alabar el trabajo de otros (reconozco que con la intención de que a alguien le sea útil) por el simple hecho de que yo no soy capaz de escribir. Me falta un requisito básico que tiene que tener alguien que se dedique profesionalmente a ello: la constancia. Por eso, no seré yo aquella que se atreva a lanzar la primera piedra contra el trabajo de otros.

¿Adónde quiero llegar? Bien, estoy frente a un dilema que llevo varios días intentando solucionar. Diré de qué se trata: hace escasamente una semana, un amigo me pasó un libro de una amiga. Una tipa urbana de piernas largas cuyo ídolo literario es Umberto Eco. Sin embargo, ella en vez de hacer filosofía se dedica a hablar de hombres, tema que me aburre sobremanera cuando es tratado desde una perspectiva forzadamente feminista. Y digo "forzadamente" porque el libro resulta previsible desde el primer capítulo hasta el último, lo que hace que llegar a la última página se convierta en un verdadero suplicio.

La cuestión es que ante el debate de si debía complacer a mi amigo y alabar la maestría literaria de una ex representante de artistas o, por el contrario, ser clara y consecuente y decir a los que me leéis (en el caso de que sea alguien) que el libro X es una auténtica pérdida de tiempo, he decidido no hacer ninguna de las dos cosas. Me quedaré, por una vez en mi vida, en el punto intermedio que, en esta ocasión, se camufla en el eufemismo de no citar el nombre de la obra en cuestión. Es como vestirse de negro: un acierto para cualquier ocasión.

Sin embargo, el objetivo de este post no es únicamente el hecho de confesar la primera dificultad seria con la que me he encontrado durante el tiempo que llevo elaborando el blog. En realidad, también me gustaría saber si hay alguien al otro lado. Si una sola persona, desde su pantalla, decide perder el tiempo leyéndome. Por eso, os propongo algo: desvelaré el nombre del libro y de la escritora si recibo públicamente una petición. Pensad que me estoy jugando mucho, y que algún día decir que su libro no es más que un producto de márketing para supermercados podría salirme caro. Pero estoy dispuesta a correr el riesgo...


viernes, 18 de febrero de 2011

Los que hacen y los que no

'El padre de Blancanieves' (Anagrama)


Cuando Belén Gopegui publicó, en 2003, El lado frío de la almohada (Anagrama) algunos críticos y medios de comunicación le acusaron de apoyar la dictadura cubana. El argumento sobre el que construyeron esta teoría es que a la historia le faltaban puntos de vista “para alcanzar la objetividad necesaria para tratar un tema tan serio”.

Gopegui aprendió la lección y con su siguiente novela, El padre de Blancanieves (Anagrama) les dio a todos los que la criticaron lo que querían leer: una batería de personajes con los que recrear, de manera verosímil, la sociedad madrileña del siglo XXI. Está Manuela, una profesora de instituto que entrará en una profunda crisis tras vivir un complicado episodio con un ecuatoriano que se retrasa trayéndole la compra; está el marido de Manuela, un hombre acomodado cuya única preocupación es que a su familia no le falte de nada; está su hija Susana (y sus dos hermanos pequeños), una adolescente adscrita a grupos anti-globalización que cree que el mundo se cambia desde la acción.

Estos personajes conducen al lector por una trama aparentemente sencilla, profunda y urbana, ya característica del estilo de la madrileña. Gopegui quiere que su público se posicione, a un lado u a otro, pero que tome conciencia de la situación que actualmente se está viviendo. Pero, lejos de lo que en un primer momento pueda parecer, lejos de ser un libro aburrido es una novela brillante, donde está presente todo el talento de una de las más sobresalientes escritoras españolas. Por ello no es de extrañar que El padre de Blancanieves estuviese dentro de la lista de las diez mejores novelas de 2007.

Sólo el título es apasionante: El padre de Blancanieves. ¿Dónde estaba el padre de esa niña cuando la madrastra le hacía todas esas perrerías? ¿Por qué no hizo nada? Quizá es el título el único lugar del libro en el que Gopegui refleja de qué lado está ella pero, en esta ocasión, fue más lista que los críticos que dijeron, entre otras cosas que “ésta es una obra seria e importante que debe leerse porque, además de resultar amena por el interés de la trama que alimenta, urge a reflexionar sobre la realidad”, escribía Santos Sanz Villanueva para El Cultural. Amén.


jueves, 10 de febrero de 2011

Tenemos un email

'Cada siete olas' (Alfaguara)


Por Julio Palacio.

Me pide Silvia que haga la reseña de la segunda parte de un libro que ella ya ha reseñado. Al principio le digo que sí pero luego, cuando me quedo solo en casa, me pregunto si será buena idea. Al fin y al cabo yo soy un tío, y se supone que los tíos no leemos literatura “romántica”. Uso las comillas porque sinceramente yo no soy experto en libros, y no sabría dentro de qué género clasificar Cada siete olas (Alfagura), de Daniel Glattauer. La continuación de Contra el viento del norte (Alfaguara).

Leo y Emmi, tras un periodo de silencio, retoman el contacto y vuelven a enviarse emails de manera diaria. Han pasado meses intentando saber por qué, si no se conocen, tienen, sin embargo, necesidad de hablar el uno con el otro. Frente a la pantalla de su ordenador pueden ser ellos mismos aunque, como siempre, su vida real pesa demasiado. Pero ambos están cansados. Poner fin a su historia no ha funcionado, y las obligaciones, las rutinas, la racionalidad, no han conseguido separarles. Entonces ¿qué se supone que tienen que hacer?

En torno a esta cuestión girará ahora su historia que, como ya pasó en la primera parte, formalmente se desarrolla a través de su correspondencia electrónica. Glattauer da los giros de muñeca necesarios para que mantengamos la atención hasta el final, para que no nos aburra una trama que, al que más o al que menos, puede resultarle familiar. Porque ¿quién no ha escrito alguna vez un e-mail? ¿Quién, ante ciertas palabras, no ha tenido ganas de atravesar la pantalla y abrazar, besar, querer, a su interlocutor?

Cada siete olas no es, a priori, literatura exquisita. Mi opinión es que nadie hablará de este libro pasados diez o quince años pero leyéndolo tampoco se pierde tiempo. Yo, cuando lo terminé, se lo dejé a mi novia y creo que, desde entonces, me quiere un poco más. Supongo que es eso: un libro con el que entran ganas de querer y que te quieran.



martes, 1 de febrero de 2011

No autorizada para todos los públicos

'Secretos inútiles' (Periférica)

Mirko Lauer es exponente de intelectualidad en Perú. Hombre ligado a las letras desde niño, gracias a sus poemas y a su participación en distintas publicaciones de la época, la editorial Periférica ha publicado una de sus últimas rarezas: Secretos Inútiles.

En este libro, Lauer sitúa a sus protagonistas en el San Francisco de los años ochenta. Mirko Lauer (que comparte identidad con el autor) se traslada hasta allí para entrevistarse con Clayton Archimbau con el fin de hacerle una entrevista sobre Miranda Archimbaud, una extraña escritora con la que Lauer quiere concluir sus años de bachillerato. Él está convencido de que hay ciertos secretos en torno a ella que sólo su primer marido, el señor Archimbau, puede descubrirle.

Sin embargo, lo que pinta como una simple entrevista pronto deriva en una conversación cargada de confesiones y misterios. El alcohol y la noche ambientarán una narración que reconstruirán la biografía del frustrado entrevistado: su infancia y juventud en Lima, la inmigración, la muerte, el sexo… A medida que pasan las horas, Lauer comienza a sentirse fascinado por su interlocutor y su historia pero una pregunta empieza a rondarle la cabeza: ¿Qué esconde Clayton Archimbau?

Secretos Inútiles es un libro para lectores avanzados, que requiere atención y paciencia para encontrarle la guinda. La trama, construida en torno a tres pilares (el morbo, el voyeurismo y el travestismo) está escondida tras los dobles sentidos y una forma que mezcla la novela con el teatro. Recuerdos, personajes que aparecen con la misma facilidad con la que desaparecen y divagaciones estetas hacen que esta novela de Mirko Lauer esté marcada con una etiqueta de postmodernidad que, a veces, resulta un tanto presuntuosa. Pero, a pesar de todo, un toque de snobismo nunca viene mal aunque ellos suponga renunciar al rótulo de “novela autorizada para todos los públicos”.