«Ama el arte. De todas las mentiras es la menos falaz»

Gustave Flaubert


martes, 22 de marzo de 2011

Cosas de valientes

Mercedes Pinto

Hace un mes, pasé varias semanas acercándome a Mercedes Pinto (Tenerife, 1883 – México D.F., 1976), la escritora y poetisa canaria que ha estado encerrada en una celda del olvido popular durante muchos años. Me pregunto cuántos personajes habrá en la Historia como ella. Cuántos y cuántos nombres habremos perdido con el paso del tiempo.

Lo que más me impactó al estudiar la biografía de Pinto es que creo que fue una mujer feliz, a pesar de que su camino estuviese lleno de baches. En 1909, con sólo 21 años, se casó con Juan de Foronda, un hombre excesivamente machista, autoritario y diabólico que, en cualquier momento, habría podido matarla. Por eso Pinto huyó a Madrid, para intentar escapar del hombre que, muy probablemente, habría sido en su verdugo.

En una España, la de Primo de Rivera, en la que la mera palabra divorcio sonaba a algo más que a pecado, Mercedes Pinto se subió en 1923 al estrado de la Universidad Central de Madrid y pronunció su mítico discurso, El divorcio como medida higiénica. El aula magna estaba llena de hombres, casi todos médicos, que debieron intuir el revuelo que aquella intervención causaría, días después, en la opinión pública. Sin embargo, Pinto sólo estaba pidiendo una cosa: que la justicia española de principios del siglo XX protegiese a las víctimas de sus maltratadotes o, al menos, que las permitiese divorciase de ellos.

Tras el discurso y un breve desencuentro con la princesa doña Paz de Borbón, Mercedes Pinto se vio obligada a exiliarse a Latinoamérica. Será en este continente donde la tinerfeña recuperará las ganas de vivir junto a sus hijos y su segundo marido, Rubén Rojo. Pinto desarrollará su carrera intelectual hasta su muerte, en 1976, al regreso de unas conferencias en Cuba. En su estancia en América del Sur, conocerá a Luis Buñuel (quién utiliza su novela más célebre, Él (Ediciones Escalera), para rodar su película homónima, basada en la experiencia de Mercedes con el maltrato) o Pablo Neruda, que le dedica unos versos que decoran su tumba: “Mercedes Pinto vive en el viento de la tempestad,/ con el corazón frente al aire./ Enérgicamente sola,/ urgentemente viva./ Segura de aciertos e innovaciones,/ terrible y amable en su trágica/ vestidura de luz y llamas”.


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