«Ama el arte. De todas las mentiras es la menos falaz»

Gustave Flaubert


martes, 8 de marzo de 2011

Volver a Estambul

'La luna roja' (Alfaguara)


Por Clara Morales.

Al igual que en la anterior novela de Luis Leante, Mira si yo te querré (Alfaguara), la muerte juega un papel esencial en el arranque de una historia donde el amor, la pasión y el esplendor perdido van de la mano. El cuerpo sin vida del escritor turco Emil Kemal es hallado por René, su traductor en España, quien se ve implicado moralmente en la muerte por un pequeño detalle que le lleva a evocar sus días en Estambul y su relación con el escritor más allá del vínculo de la escritura.

De este modo comienza la trama angular de la novela, sobre la que avanzan en paralelo evocaciones al pasado de los personajes y que resultan imprescindibles para comprender las actitudes del presente. Como ya hiciera en su anterior obra, Leante usa diferentes tiempos verbales. La trama principal está escrita en primera persona mientras que las referencias al pasado lo están en tercera persona. En este aspecto, La luna roja (Alfagura) supera a su antecesora porque todas las tramas están tratadas y expuestas en un orden cronológico tan nítido que hace de esta novela un engranaje perfecto; tanto que es posible leer de forma independiente cada una de ellas, aunque la comprensión plena de las mismas, lógicamente, esté supedita al orden propuesto por el escritor.

Más allá de la diferenciación en la utilización de los tiempos verbales, todas las tramas tienen algo en común: la claridad. Leante desata un verbo sencillo, con una alternancia en la extensión de las frases que dotan a la lectura de un ritmo idóneo y lo que es más importante, estable durante las casi cuatrocientas páginas de la novela.

Bajo esta nitidez narrativa hay que destacar la importancia de los diálogos. En la voz de los personajes la historia también avanza y en ningún momento interrumpe el ritmo de la narración. Cada voz goza de ese matiz que la diferencia del resto, además de añadirles el cariz propio de las diferentes personalidades y que suple con creces la carencia de un repertorio de descripciones que bien podrían ser escasas.

Nada escapa al entendimiento del lector: ni siquiera es necesario conocer los lugares donde se desarrolla la historia porque el aroma y los colores de Estambul, Múnich o Madrid parecen fluir con el pasar de las hojas. Todo encaja en el marco de nuestra realidad cotidiana, lo cual hace que sea una obra verosímil de principio a fin, incluidos los hechos que suceden en la trama angular, anclados en los estereotipos propios del género de novela negra. Porque ni siquiera la utilización manida de los patrones del género pueden considerarse un inconveniente. La luna roja va más allá de una historia donde es preciso aclarar la muerte de un sujeto porque el modo en que ésta se ha producido no es tan importante como sus consecuencias. De eso nos damos cuenta desde el primer capítulo, lo cual permite que todos los giros posteriores –medidos milimétricamente –sean oportunos y hasta necesarios.

Estamos ante una novela repleta de aciertos, construida como un gran acertijo a través de factores tan humanos y saboreados por todos como lo es la añoranza de los sueños que no se materializaron, el anhelo imposible de recuperar el pasado y la negación sistemática de un presente que nunca será tan dócil como un día fue la ilusión. La sencillez de apelar a las entrañas comunes del ser humano hace que Leante, sin duda alguna, firme su mejor novela y ejemplifique un salto de calidad en su obra que nadie puede dejar pasar.

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