«Ama el arte. De todas las mentiras es la menos falaz»

Gustave Flaubert


viernes, 26 de noviembre de 2010

El Apocalipsis de las mayúsculas

'El apocalipsis de los trabajadores' (Alpha Decay)


En 2007, Valter Hugo Mae ganó el Premio José Saramago con su segunda novela, Remoso de Baltazar Serapiao. Fue entonces cuando todos empezaron a augurarle un futuro comprometedor y que se convertiría en un prodigio de las letras en lengua portuguesa. Manteniendo su estilo, caracterizado por la ausencia de mayúsculas, lo que imprime velocidad al texto mediante la eliminación de todos los obstáculos innecesarios para el lector, ahora publica El Apocalipsis de los Trabajadores (Alpha Decay).

Retrato de la sociedad portuguesa

Esta novela gira en torno a Maria da Graça, una cuarentona infeliz que todos los días tiene que reinventarse a sí misma para poder comer. Sin embargo, la necesidad no le impide que sueñe con un futuro mejor junto a su amante. El señor Ferreira es un hombre de setenta años, soltero y refinado, cuya vida gira en torno al arte y a la estética. Él será quien guíe a Maria da Graça por esa complicada situación, crítica, en la que el país (Portugal) se ve envuelto y donde ya, ni tan siquiera, la religión sirve de consuelo: “y quién mata a las religiones. y él respondía: los artistas. hacen que las religiones sean intuitivas pasiones por la vida, que es lo que debería de ser la religión, tan sólo eso, una profunda e intuitiva pasión por la vida. los artistas son lo más cercano que hay a la humanidad”.

Junto a Maria da Graça y el señor Ferreira también está su vecina, el amante inmigrante de ésta, los padres de él y la hambruna en Ucrania. También está el marino, el perro Portugal y el cielo. Todos ellos arrastran una historia, una historia común, que Mae retrata con toques trágicos, cómicos y subversivos.

En El Apocalipsis de los trabajadores no falta la crítica a un sistema que no asegura la supervivencia de los individuos. La precaria situación económica que sufre el país vecino le sirve al autor para cuestionarse a qué se supone que debe aferrarse los ciudadanos, cuando ni Dios ni los sueños son suficientes. Algunos tienen la suerte de creer en ellos mismos mientras que otros, sin embargo, creen que la única opción es dejarse vencer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario