«Ama el arte. De todas las mentiras es la menos falaz»

Gustave Flaubert


domingo, 19 de diciembre de 2010

Mi experiencia literaria

Montmartre


Por María López.

Fue el 10 de diciembre de este mismo año cuando Silvia me pidió que escribiese una entrada para su blog. Ese día, Vargas Llosa recibió el Premio Nobel de Literatura en Estocolmo, lo que suponía que había encontrado un buen tema sobre el que hablar. Rescaté de la estantería Entre Sartre y Camus que Silvia me regaló un mes antes de que viajásemos a París. Hacía tiempo, mucho tiempo, que nos conocíamos y nuestra relación siempre estuvo adornada por ese aura literaria de la que a veces, ambas, nos avergonzábamos. Fue precisamente eso lo que nos llevó a gastarnos todos nuestros ahorros en aquella estancia con la que soñábamos desde pequeñas. Ella influenciada por Beauvoir y Kundera, y yo por Stein y Heminway.

En París, alquilamos un apartamento en la rue Bachelet de Montmartre, tomábamos café en Francis Labutte, en la rue Caulaincourt, y nos sentábamos en los escalones del Sacre Coeur a escuchar el arco. Sí: toda nuestra aventura parisina estuvo cargada de tópicos, pero fue porque éramos nosotras mismas las que los buscábamos. Incluso abrazamos la rutina de dormir de día y vivir de noche, de apuntarnos a un Ciné-club y de saltar a la orilla izquierda del Sena a leer en Les Deux Magots o en la closerie des Lilas, a pesar de que el precio de la copa de vino nos hiciera tener que renunciar a cenar esa noche.

Devorábamos libros. Leíamos entre una y dos novelas al día, lo que nos hacía seguir soñando con que algún día nosotras seríamos las que firmaríamos alguna gran obra. Recuerdo que Silvia se podía pasar días encerrada, negándose a salir hasta que no terminase el Ulyses de Joyce o L’Exil et le Royaume de Camus. Además, con el paso de las semanas, había adquirido ese toque parisino tan característico, que sólo los que algún día elucubramos con ser escritores en París somos capaces de identificar.

En su discurso, Vargas Llosa se acordó de sus años en la Ciudad de la Luz. Yo me acuerdo todos los días de aquel periodo, de cómo nos resistimos a volver hasta que el regreso se convirtió en algo inevitable. Cuando Silvia y yo hablamos, siempre sacamos a relucir aquellos días y ella termina zanjando la conversación con un “somos unas románticas”. Me gusta escuchar esa frase, sobre todo porque algunas veces se le escapa en francés.

Por todo esto (y por mucho más), cuando me pidió que escribiese algo sobre literatura yo he decidido escribir sobre una experiencia de vida literaria, que en este caso es la nuestra y la de muchos otros. Y concluyo con una cita de Hemingway, que fue mi vehículo hasta allí: “Si tienes la suerte de haber vivido en París cuando joven, luego París te acompañará, vayas adonde vayas, todo el resto de tu vida, ya que París es una fiesta que nos sigue”. Espero que Vargas Llosa no me lo tenga en cuenta.

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1 comentario:

  1. Y alguien aún dirá que es muy extraño eso de vivir para leer y así poder vivir a través de la lectura. Todo un exceso. Como el vivir ese Paris que cuentas, pero suerte que has tenido de haberlo disfrutado :)

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