«Ama el arte. De todas las mentiras es la menos falaz»

Gustave Flaubert


jueves, 16 de diciembre de 2010

Una de policías (¿corruptos?)

'Sospecha' (Destino)

José Ángel Mañas sigue siendo Mañas. No hay sospechas, a pesar de que su última novela se llame precisamente así, Sospecha (Destino). Desde la primera página, el lector se encontrará con su estilo inconfundible, con su “realismo sucio” que, en esta ocasión, conduce los inspectores Pacheco y Duarte (protagonistas de otras novelas) hasta Navalcarnero, un pueblo al sur de Madrid, donde tendrán que investigar la violación y el asesinato de una joven farmacéutica. Sin embargo, las cosas se tuercen cuando uno de ellos se convierte en el principal sospechoso del crimen.

Como es habitual, el escritor utiliza el telón del Madrid más callejero, consiguiendo crear una atmósfera que huele a cerveza y a orín, a pesar de que Sospecha, su décima obra, sea una novela policíaca que gira en torno a un concepto bastante profundo: la confianza. ¿Cuánto cuesta ganarla y cuánto se puede tardar en perder?

El mismo Mañas confesó que se inspiró en el caso de Bill Clinton y Monica Lewinsky ya que el ex presidente “mintió a todos los que le podían ayudar”. Porque para el autor, como para la mayoría de los humanos con cierto sentido común, en torno a la confianza hay una variable inamovible: la sinceridad. Y eso, como el mismo Mañas afirma, es necesario en estos tiempos de crisis, ya que la ausencia de esta en muchas capas sociales ha contribuido a acentuarlo. Por lo tanto, la receta ante la crisis es muy sencilla: confianza y, de rebote, sinceridad.

Sospecha despertará de nuevo el interés de todos los aficionados al arte callejero y, hasta cierto punto, decadente. La obra de Mañas es como un garito ochenteno en Malasaña que, a pesar del paso de los años y de ir adquiriendo un toque kitsch, va sobreviviendo y tratando, cada vez mejor, a sus clientes más fieles. Esta última novela es, sin duda, Mañas en estado puro.

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